Las situaciones de emergencia o desastres, ya sean causadas por amenazas de origen natural o antrópicas, siempre exigen atención urgente si se desea mitigar las consecuencias sobre la población afectada en el menor tiempo posible.


Son muchas las necesidades y carencias en estas situaciones:  alimentos, refugio, ropas, medicinas, entre otras.  Sin embargo, ninguna es tan importante como la necesidad de disponer de agua en cantidad y calidad suficiente en las etapas inmediatas a la ocurrencia del evento adverso. Esta necesidad va más allá de satisfacer la sed y permitir la preparación de alimentos; su importancia radica en la protección de la higiene pública.

Y es que la falta de condiciones sanitarias después de una emergencia o desastre a menudo acarrea consecuencias sumamente graves para la población y puede ocasionar aún más daño y sufrimiento que el propio evento adverso inicial.  Por lo tanto, agua y saneamiento deben figurar entre las prioridades de las autoridades locales.  Cuanto más rápidas y efectivas las medidas, menor será el daño.